Tengo 50 años, y quiero decirte, Aute, que en los años setenta, cuando yo era solamente un adolescente, mis amigos y yo teníamos tus canciones grabadas en cintas de casete. No recuerdo quien era el que tenía el original, si es que alguno lo tenía. Solamente recuerdo que nos copiábamos los temas sin sentir jamás que hacíamos daño alguno con ello a su intérprete y compositor. La piratería musical era un concepto desconocido entonces, y en cualquier caso creo que todos compartíamos, no como ahora, la sensación de que al copiarnos las canciones estábamos demostrando nuestra devoción hacia el artista al que admirábamos. Tener tus cintas era una marca de identidad. Poníamos el casete en la playa y estábamos diciendo a todo el mundo la música que nos gustaba y cómo éramos. Aunque no creo que ni nosotros mismos supiésemos bien lo que éramos. Éramos progres, creo, un poco hippies y defensores del “Haz el amor y no la guerra”. Éramos buenos amigos, desde luego. Y nos gustabas mucho. Desde entonces hasta hoy he ido a infinidad de conciertos tuyos, y he pagado con gusto por verte actuar en directo. No tuve jamás, ni tengo ahora, la sensación de haberte privado de nada, ni de haberte robado nada. Más bien al contrario, siempre pensé que al reproducir tu música te hacía publicidad; al decirle a mis amigos lo bueno que eras conseguía otros seguidores para tu arte, y al final todos juntos en las taquillas del teatro o auditorio nos dejábamos un buen puñado de las antiguas pesetas que sabíamos iban a parar, para nuestra alegría, a tus bolsillos. Todos estos recuerdos me han asaltado de pronto al imaginarte hoy en Madrid, clamando soluciones contra la piratería, y afirmando junto a otros compañeros del sector que la música es cultura, aunque curiosamente no hayáis ido a entrevistaros con la ministra de ese departamento, sino con el ministro de industria y comercio, lo que habla por sí solo del concepto que vosotros mismos tenéis del arte que afirmáis defender. Dices que la música puede desaparecer en cinco años. La verdad es que la música, Aute, no desaparecerá jamás, porque efectivamente es cultura y forma parte de nuestra identidad como seres humanos. Lo que tal vez si pueda y deba desaparecer es el negocio, tal y como está montado. O al menos tendrá obligatoriamente que adaptarse. Todos los modelos lo hacen con el paso del tiempo y con los cambios de tendencias. Vosotros lo sabéis, por supuesto, y por eso habéis ido a ver al ministro Miguel Sebastián en vez de a la ministra González-Sinde; porque habéis ido a hablar de dinero y no de cultura; y me parece bien, estáis en todo vuestro derecho. Pero no nos engañéis y no dejéis de llamar a las cosas por su nombre. Mucha suerte entonces, Aute, con vuestro negocio, y muchas gracias por aquellos años maravillosos en los que escucharte era de verdad cultura y, al contrario que hoy, todo un placer.
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