miércoles, 27 de octubre de 2021

Pool Melocotonero

 

Entro en un mercado pintado de azul con estrellas amarillas para comprar diez kilos de melocotones. Pregunto el precio en los tres únicos puestos que hay. En el más barato están a un euro pero solo disponen de un kilo. Lo compro. En el otro puesto están a dos euros pero no les quedan más que ocho kilos. Me los llevo también y adquiero el último kilo en el puesto más caro a cinco euros. Hago cuentas. He gastado un total de veintidós euros, es decir, de media cada kilo de melocotones me ha salido a dos euros con veinte céntimos.  

Cuando voy a salir en la puerta me dan el alto los fruteros y una señora llamada Usurera Von Der Market. Ella me explica que en ese mercado el precio de "todos" los melocotones lo determina aquel que vende más caro, por lo que tengo que pagar a cinco euros cada kilo de melocotones que he comprado y que no podré salir de allí hasta haber abonado los veintiocho euros que aún les debo a esos señores (cuatro al primer frutero y veinticuatro al segundo).

Yo dudo, protesto y hago amago de resistirme. La señora Von Der Market me sujeta mientras los fruteros me sacan la cartera del bolsillo y se apropian el dinero que dicen les adeudo. Después se alejan de allí sospechosamente sonrientes mientras exclaman: “Benditos beneficios caídos del cielo”.

De pronto el móvil empieza a sonar. Tengo intención de contestar pero en ese momento me despierto. Estoy en la cama y el teléfono efectivamente está sonando, pero no se trata de una llamada sino de la alarma que había fijado para las cuatro de la madrugada. Es la hora de poner la lavadora.