Dicen que el hombre que golpeó en Milán a Berlusconi es un perturbado mental. Los violentos, ya se sabe, son casi siempre personas mentalmente inestables, porque solamente los locos, los borrachos y los niños osan decir y hacer aquello a lo que los demás, sanos adultos en nuestros cabales, no nos atreveríamos jamás. Lo políticamente correcto no existe para ellos, y por eso cuando tienen delante a un sinvergüenza le lanzan el puñetazo que a todos nos hubiera gustado darle. Sinceramente, tengo mis dudas sobre quiénes son los verdaderos enfermos, si aquellos que muestran con el puño lo que piensan, o los que asentimos y aceptamos, pacientes como borregos, los insultos, las barbaridades, las corrupciones y las injusticias con que nuestros políticos nos desgarran el alma cada día. Nosotros, de tan cuerdos, estamos tristemente muertos en vida, mientras que este señor está vivo en toda su furiosa locura. Muy loco, sí, pero muy vivo.
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