Ahora ya sé por qué dejaron en libertad a la etarra Aranalde. Para dejar sitio en la cárcel para este republicano nostálgico y trasnochado que un día tuvo la feliz idea de poner a ondear al viento la bandera tricolor en los juzgados de su pueblo. A pesar de no oponer resistencia alguna a las fuerzas del orden fue detenido por siete agentes. Siete. Nada más y nada menos. Vamos, un ejército, como es natural tratándose de una misión tan peligrosa y de tal envergadura. Por cierto, no sé si sabe alguien el número de agentes que vigilaban que Aranalde no se fuera al Caribe a descojonarse de todos nosotros. Si alguien lo sabe por favor que me lo diga rápido. Me muero de curiosidad.
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