domingo, 20 de septiembre de 2009

Buitres

Estoy leyendo, en un artículo del diario El País del domingo 20 de Septiembre, las declaraciones de algunos de los asistentes a la Junta Directiva Nacional del PP, y siento como si me hubieran dado una auténtica bofetada cuando me encuentro con esta frase “La gente empieza a oler la victoria y el poder”. Qué bien define esta sola sentencia la triste realidad de nuestra democracia, y posiblemente de todas las democracias. Qué bien sugiere, y qué fácil es imaginar leyéndola, la imagen de los políticos ahí, al acecho, como buitres carroñeros esperando a que muera el enemigo para lanzarse sobre él y despedazarlo. No, un momento, aún peor, porque estos buitres, al contrario que los otros, no solamente esperan, sino que activamente hacen todo lo que sea posible por ayudar a su enemigo a morir, e incluso, si llega el caso, son capaces de hacer lo que sea necesario para evitar que sane. Y entre todas las cosas posibles que están dispuestos a hacer figura por supuesto no echar una mano jamás, no dar la razón jamás, y dejar si es necesario que el barco llamado España se hunda, de hecho cuanto más se hunda mejor, mejores noticias serán, porque más fuerte será entonces el olor en el aire del poder y de la victoria que se avecina. No hablo solamente del PP, desde luego que no, obviamente hoy les toca a ellos, y es su turno ahora de buitrear, pero a otros les tocó antes y les tocará después. No hablo del PP, hablo de los políticos, todos. Políticos de cualquier signo que cuando llegan por fin a ese ansiado poder y sonríen tanto no es que se alegren por lo mucho que van a poder ayudar a los ciudadanos, no, se alegran por lo mucho que van a poderse ayudar entre ellos, por los muchos amigos que van a poder colocar y tan bien además, por el mucho dinero que van a ganar y a hacer, por el subidón de adrenalina en fin que da saber que van a poder quitar y poner y mover cargos a su antojo como si fueran peones en ese tablero de ajedrez en que convierten España cada vez que ganan unas elecciones. Leer frases repugnantes como esta un domingo por la mañana hacen que el desayuno te venga de nuevo a la boca. Los políticos dan sinceramente asco.

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