Cada vez que se refiere a la ley de memoria histórica, la derecha española salta con la misma cantinela: Que la ley es partidista y que ellos también tuvieron sus muertos. Tal vez el problema esté en el nombre que le han dado a la ley, que debería haberse llamado “Ley de la memoria completa” o “Ley de la otra mitad de la historia”. Porque sí, por supuesto que la derecha también tuvo sus muertos, pero lamentablemente los cadaveres que quedan tirados en la cuneta son solamente de un bando. Son muertos de izquierdas. Los otros fueron exhumados inmediatamente después de la guerra civil, sus restos enterrados con honores, sus nombres pintados en rojo en las fachadas de las iglesias de todas las plazas de todos los pueblos, bajo una frase lapidaria que todos hemos visto miles de veces de norte a sur de la geografía española: CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA. Hubo víctimas en los dos bandos y barbaridades cometidas por ambos, cierto. Pero solamente las familias de uno de esos dos bandos pudieron cerrar sus heridas, dar sepultura a sus muertos y honrar su memoria. La ignominia quedó reservada para las víctimas del lado republicano y para sus descendientes. Ellos son los que piden justicia, dignas sepulturas para sus familiares caídos y revisión histórica. No es que los otros no la merezcan, es que los otros ya la tuvieron.
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