Lamento profundamente que todos en el diario se den ahora
golpes de pecho por haber publicado una foto falsa de Hugo Chávez intubado en
una cama de hospital, y que nadie sin embargo haya alzado la voz para denunciar
la falta de ética que supone publicar y difundir por todo el mundo la foto de
un enfermo sin su consentimiento. La cama de un hospital está protegida por el
derecho a la intimidad y por un código deontológico que deben cumplir todos los
profesionales que atienden al paciente. De haber sido auténtica la foto muchas
personas podrían haber ido a la cárcel o perdido su puesto de trabajo, sobre
todo teniendo en cuenta que el hospital está en Cuba, y que el paciente es el
presidente de una democracia bastante descafeinada que parece más bien una
dictadura encubierta. Han pasado muy pocos días desde que una enfermera
británica se suicidara tras ser víctima de una broma por parte de una radio australiana.
La publicación de una instantánea de Chávez tomada en la cama del hospital donde se
trata podría haber tenido consecuencias dramáticas para algunas de las personas que trabajan en el mismo, y a lo mejor
hoy El País tendría que estar arrepintiéndose de haber publicado esa foto tras
conocer la noticia del suicidio de alguna de ellas. El hermetismo de las
autoridades venezolanas y la falta de información sobre la salud de Hugo Chávez
no se cubren con una imagen morbosa. Ustedes son periodistas, su obligación es
buscar y dar información, pero eso no necesariamente significa comprar por 15.000 euros
fotos de un paciente obtenidas ilegalmente y en contra de los deseos del mismo. La imagen es un arma muy poderosa, pero también lo es la palabra. ¿O es que acaso se han olvidado ustedes de escribir?
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