sábado, 23 de febrero de 2013

Bola de partido

Jamás un presidente del gobierno llegó al debate del estado de la nación en condiciones tan precarias: La tasa de desempleo más alta de toda la historia, casos de corrupción en casi todas las instituciones del estado, escándalos por doquier dentro de la propia formación, recortes sociales, desahucios, incumplimiento total y absoluto del programa electoral, desplante continuo a los medios con escapadas por la puerta de atrás del senado incluidas. Mentiras y más mentiras. Y aun así, los ciudadanos, al ser encuestados, opinan que el jefe del ejecutivo ganó el debate y superó al líder de la oposición. La oposición que podría haberle dado un revolcón de proporciones históricas y tenía argumentos más que de sobra para haberlo logrado, no solo le ha dejado irse vivito y coleando sino que le ha permitido salir por la puerta grande de ese esperpento político-circense que cada año tiene lugar en la monumental plaza de toros en que se ha convertido el congreso de los diputados.

Al PSOE post Zapatero le está pasando lo mismo que le pasó al PP post Aznar. Está siendo incapaz de limpiar su casa, renovarse y deshacerse del pesado lastre del pasado. O a lo mejor es que simplemente ni lo desean ni piensan que lo necesiten. Todo parece indicar que los dos partidos mayoritarios ya no juegan a ganar las elecciones, su táctica es mucho más pobre, mezquina y lamentable, se conforman con esperar a que el otro las pierda. Saben que, cual fruta madura, la victoria caerá directamente en sus manos de nuevo cuando los errores del gobierno colmen la paciencia del ciudadano. Y así, de forma tácita, parecen haberse repartido los periodos de poder y nos han convertido a todos en meros observadores de su engañoso juego de tenis. El problema, el terrible y grandísimo problema, es que la bola con la que juegan somos nosotros. Y para una pelota de tenis la cosa nunca pinta nada, pero nada bien. Su destino es terminar siempre estrellada contra algo o contra alguien no sin antes haber recibido golpes por doquier ¡Estamos realmente jodidos! 

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