martes, 15 de marzo de 2011

Ciudadano Garzón

Garzón no es un ciudadano más, como él dice, es una diana, a la que muchos llevan tiempo apuntando y muriéndose de ganas por agujerear. Él, como juez, no tiene más remedio que defender que la justicia es igual para todos. Pero en su fuero interno debe saber que no es así. Los jueces son seres humanos, tienen ideas políticas y, lamentablemente, las aplican cada vez con más saña, en un país cuyos medios de comunicación ya no tienen ningún reparo en dividir a los magistrados en progresistas y conservadores mientras estos callan y otorgan porque efectivamente se sienten y se saben de izquierdas o de derechas. Mientras tanto, los ciudadanos de a pie, que también tienen sus ideas políticas, hacen piña con unos u otros y desde el gobierno y la oposición se lanzan mensajes, subliminales o no, mostrando sus particulares simpatías y su esperanza, ellos le llaman confianza, de que el veredicto será el que ellos consideran debe ser. Y así la verdadera justicia en la que ya nadie cree se ha autoexiliado de nuestra existencia y esa señora otrora de ojos vendados y portadora de una balanza es ahora más que nunca una cazadora que con ojos bien abiertos y mirilla telescópica carga en su mano la escopeta con la que liquidar al adversario más próximo y molesto. La justicia que alguien, aquí, en este país, afirmó una vez que era un cachondeo, ya no es ni siquiera eso. Se ha convertido en un tiro de pichón y en un “tonto el último”.